En Japón, cuando la pieza de cerámica se rompe, no se tira. Se unen los trozos con oro o plata, y adquiere más valor. La pátina, la historia del objeto, es importante; con sus accidentes, usos y paso del tiempo.
…..»Ví un destello negro y dorado. Yukako no se movió ante mi suspiro. Miré de nuevo. Vi el cuenco tosco y negro que brillaba como algo caliente, recién creado, lanzado desde la tierra: lo reconocí. Se trataba del cuenco del aprendizaje que años atrás había quedado hecho añicos, como por voluntad propia, en las manos de Jiro: recordé el sonido húmedo y aislado de aquel día, el levísimo y arenoso chirrido, como si alguien frotara un par de platos sin esmaltar, y también la forma en que él quedó paralizado, con los ojos y la boca muy abiertos ante el pedazo de arcilla desintegrada aún en su mano izquierda y los dos negros pétalos del cuenco temblando en el tatami del suelo. Era el mismo cuenco, modestamente recuperado y reparado con soldadura de oro. Miré a Jiro con nuevo respeto. La vena de oro era como el blanco hilo de la luna en la madera de Baishian. …………»
Este hermoso texto pertenece al libro de Ellis Avery «LA CASA DE TÉ»
Hasta pronto!
Muchas gracias M. Ángeles por compartir este texto profundo, sabio y hermoso. También por recordarnos que cuando nuestra fragilidad se rompe en mil pedazos, siempre hay unas grietas por donde resplandece el oro, y nos embellece en nuestra humanidad, en nuestra evolución continua. Un abrazo fuerte – Anita
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Muchísimas gracias a tí por tu aportación y comprensión del texto y por ser cómo eres. Un abrazo muy fuerte. Nos vemos el martes.
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