No parece poner
esfuerzo en florecer
el ciruelo del patio.
ISSA
Este año los tenemos ya regalándonos la belleza de sus flores y su delicado aroma.
Lo que sienten los niños
lo desconozco
¡Pero los ciruelos huelen a ciruelo!
Basho
No parece poner
esfuerzo en florecer
el ciruelo del patio.
ISSA
Este año los tenemos ya regalándonos la belleza de sus flores y su delicado aroma.
Lo que sienten los niños
lo desconozco
¡Pero los ciruelos huelen a ciruelo!
Basho
Cuando pintamos en sumi-é todo está dentro y fuera. No hay límites ni blanco ni negro. Todo está ahí… lo que pintamos y lo que no pintamos, lo que se ve con los ojos y lo que sentimos con el corazón.
En la pintura de las montañas es especialmente importante la fluidez y compenetración entre el río y la propia montaña.
En «Sutra de las montañas y los ríos»de Dogen, habla de que las montañas fluyen y se distinguen del río. Pero la montaña es el río porque en el campo del vacío, donde montañas y río se conjugan recíprocamente, la montaña fluye. La cumbre del agua son las montañas y el agua baila en todas las direcciones.
No hay límites entre el río y la montaña, entre lo negro pintado y lo blanco del vacío. ¿Lo veis?
Escribe Byung-Chul Han en su libro «Filosofía del budismo zen» : lo monocromo del vacío mata los colores que se aferran a si mismos. Pero esta muerte los vivifica a la vez. Ganan en amplitud y profundidad o en silencio. Lo blanco o el vacío es el invisible espacio de respiración de los colores o las formas. Así, el vacío es forma. El vacío impide que el individuo se aferre a sí mismo y fluya. Es una afirmación suprema del Ser.
Al igual que los monjes, los sabios que viven en las montañas se ejercitan para ser montañosos y que asuman el aspecto de la montaña para igualarse entre sí….. el pintar a sumi-é consiste en sentirse montaña, pájaro, ciruelo o lo que vivas en ese momento.
Y el pincel fluye sobre el papel interactuando lo negro de la tinta con sus espacios blancos porque todo es nada y nadie es Ser.
Gracias por estar ahí y hasta pronto!!
Cuando dejas que el pincel haga su trabajo….
Recuerdo que al principio de mi aprendizaje de sumi-é, el kiku o crisantemo era de los 4 honorables caballeros por el que me sentía menos atraída.
Ahora, es un placer pintar crisantemos con la mente concentrada, dejándome llevar con sus pétalos, hojas y grandes composiciones.
No hay que tener prejuicios. En Occidente se le ha relacionado con el día de los muertos cuando en realidad es una flor fuerte que florece en otoño y nos deleita con sus múltiples pétalos y colores.
Hasta pronto!
Cuando se tienen delante los materiales ó 4 tesoros de la pintura japonesa es difícil no caer en la tentación de pintar.
Durante estos dias, las fotos y reportajes del mar embravecido son impresionantes y mi pintura se vio influenciada por las imágenes vistas. Al disolver la tinta, visualizaba el mar bravo y olas altas. Cogí papel y A PINTAR!!